Estos días se están produciendo en varias ciudades de España enfrentamientos de manifestantes con la policía, algunos muy violentos, protestando porque han metido en la cárcel a un cantante, el rapero Pablo Hasel. Lo que ha ocurrido, que os vamos a intentar explicar, ha abierto un debate sobre un tema más complicado de lo que parece: el de la libertad de expresión.

Decimos que es más complicado de lo que parece porque, en principio, todos estamos de acuerdo en que la libertad de expresión, es decir, el derecho a expresar libremente nuestras ideas, es un derecho fundamental que deberíamos tener en las sociedades libres y democráticas. ¿No? Así lo dice además nuestra Constitución.

Sin embargo, la condena principal que le han puesto a Pablo Hasel es de 9 meses de cárcel por haber dicho, en sus canciones o en sus twits, cosas como que “merece que explote el coche de Patxi López” (un político socialista), “no me da pena tu tiro en la nuca, pepero” (político del PP), “pena de muerte ya a la infantas”, o “el mafioso del Borbón, de fiesta con la monarquía saudí”.

Un poco bruto sí que ha sido el rapero, la verdad, pero… ¿se puede ir a la cárcel por eso, sin haber pegado ni intentado matar a alguien? Pues nuestro Código Penal, que es el texto en el que se regulan los delitos más importantes que se pueden cometer, dice que sí. Que aunque exista la libertad de expresión, al decir cosas como estas se pueden cometer delitos como el de enaltecimiento del terrorismo (justificar o defender actos terroristas) o el de injurias a la Corona (meterse con el Rey o con la Familia Real). Siempre que un juez así lo considere.

Sin embargo, hay opiniones para todos los gustos. Hay personas (pongamos las del equipo azul) que piensan que no hombre, no, que no debería ser para tanto. Que el derecho a la libertad de expresión, que defiende nuestra Constitución, debería estar por encima de lo que diga el Código Penal ese. Y que nadie debería ir a la cárcel por decir cosas, por muchas burradas que diga. Que se le debería poner una multa o un castigo, pero que lo de meterle en la cárcel es un pelín exagerado. Así piensa el equipo azul.

Y hay otras personas (pongamos que las del equipo rojo) que piensan de forma bien contraria. Estas creen que es muy peligroso que una persona, que además es conocida y seguida por otras muchas personas, que tiene twitter, Instagram, youtube y encima canta, el tío, diga cosas que puedan incitar al odio, o a que otras personas cometan delitos o actos violentos. Y que sí debería ir a la cárcel… Hala, por bruto. Eso cree el equipo rojo.

El debate está abierto: ¿Tiene límites nuestro derecho a la libertad de expresión? Si defendemos un derecho como este hasta sus máximas consecuencias, ¿podemos llegar a cometer un delito? ¿Tienen unos u otros la razón absoluta en toda esta historia? ¿En qué grupo os encontráis vosotros? ¿Azules o rojos?

En lo que sí deberíamos estar todos de acuerdo, independientemente del color de nuestro equipo, es en que los actos violentos que se están produciendo en las calles estos días están muy requetemal del todo. Que la libertad de expresión no se defiende con violencia. Y que manifestarse a lo bestia no es ni libertad de expresión ni nada, sino brutalidad y ganas de hace daño, ¡qué leches!

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