El lunes día 14 de diciembre se recordará porque se cayó Google. ¿Lo notasteis? A lo mejor vosotros no, porque os pillo en clase, pero a la gente que estaba en su trabajo, como tuviera algo urgente entre manos, seguro que la caída le trastocó los quehaceres.

Por si hay algún despistado, explicamos qué fue lo que pasó: a eso de las 12 y pico del mediodía, la mayor parte de los servicios que ofrece la compañía informática Google, que está en casi todos los sitios en casi todos los ordenadores, dejaron de funcionar.

Ahora es que utilizamos el verbo “caer” con este nuevo sentido. Se cae un jarrón de la mesita de noche, se cae una manzana del árbol, se cae un futbolista dentro del área… y también decimos que se cae un sistema informático cuando deja de funcionar.

La compañía ha explicado bien clarito lo que ha pasado: “una interrupción del sistema de autenticación debido a un problema de cuota de almacenamiento interno”. Vamos, que el sistema se ha escacharrao y punto.

Y con Google, se ha escacharrado también todo lo que tiene dentro: el buscador, el correo, el youtube, el google drive… ¡Un desastre!

La cosas fallan a veces, no se puede remediar. No vivimos en un mundo perfecto. A todos nos ha pasado alguna vez que yendo de viaje nos deja tirados el coche en plena A-6, a la altura de Pedrafita do Cebreiro, provincia de Lugo. O que nos quedamos sin nevera en pleno verano. O sin calefacción en invierno…

El problema de este tipo de fallos es que afectan  a mucha gente al mismo tiempo, y ello nos revela lo que dependemos del uso de la tecnología. No es la primera vez que pasa, pero si es posible que haya tenido mayor repercusión ahora porque hay mucha gente teletrabajando con el dichoso asunto del coronavirus.

Al final la cosa no fue tan grave, solo fueron unos minutos que seguro muchos pudieron aprovechar para hacer otras muchas cosas que tenían pendientes. Pero sí nos debería hacer reflexionar sobre la excesiva dependencia que tenemos de la tecnología. Que sí, que está muy bien. Que es muy útil y totalmente necesaria. Pero que siempre hay  que tener alternativas. Y que no debe ser lo único que ocupe nuestras vidas.

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