Por su importancia, la Ley que establece los Presupuestos Generales del Estado resulta complicadilla de entender, además de difícil de aprobar. Así que para explicarnos las claves de su tramitación y todo el lío que supone hemos entrevistado a nuestro experto en presupuestos, Ramón Edero Vacío.

– Hola Ramón, ¿son importantes estos presupuestos?

– Presupuesto. Digooooo… ¡por supuesto! Es la Ley más importante de cuantas se tienen que aprobar durante el año, porque es la que dice cuánto dinerito se puede gastar el Gobierno para hacer todo lo que tiene que hacer. Es la que decide cómo va a ser la economía del país.

– ¿Y en que consiste exactamente esta Ley de Presupuestos?

– Se trata de establecer de dónde va a sacar el dinero el Gobierno y en qué se lo va a gastar. A lo primero lo llamamos ingresos y a lo segundo, gastos.

– Y este año, con la crisis del coronavirus, suponemos que todo se complica más.

– No te creas. Los vamos a seguir llamando igual. A lo primero ingresos y a lo segundo, gastos.

– ¡No, hombre! Me refiero a que la crisis va a provocar que haya más gastos y menos ingresos.

– Ah, eso sí. Y eso es lo peorcito que le puede pasar a un país. Porque lo suyo es tratar de equilibrar ambos conceptos, los ingresos y los gastos. Pero este año el dichoso bichito lo condiciona todo.

– ¿Y si no se aprobaran los presupuestos… ¿que pasaría?

– Si no se aprueban tampoco pasa nada. De hecho los últimos dos años no se han aprobado.

– ¿Y qué se ha hecho?

Una prórroga.

– ¿Como en el fútbol?

– Más o menos. Se cogen las cantidades aprobadas el año anterior, y se repiten un añito más. Y si hiciera falta, llegamos a los penaltis, jeje.

– ¡Ah, pues qué fácil! Entonces no veo el problema.

– Hombre, el problema está en que a cada Gobierno le gusta decidir qué gasta y cómo lo gasta. Y si no se aprueban sus propios presupuestos no puede hacerlo.

– ¿Y por qué cuesta tanto aprobar esta Ley?

– Bueno, ya se sabe que todo el mundo quiere meter mano en los dineros. El problema es que no es una decisión solo del Gobierno, sino que la Ley tiene que aprobarla el Congreso, y necesita del apoyo de más partidos.

– Y los partidos no se ponen de acuerdo, ¿verdad?

– Presupuesto que no. Digo… ¡por supuesto que no!

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