Por primera vez en la historia de la humanidad, una nave espacial equipada con cámaras, telescopios y todo tipo de detectores se va a acercar al Sol hasta quedarse a tan solo… 42 millones de kilómetros. Desde allí, la Solar Orbiter, que así se llama el artilugio, podrá observar y estudiar fenómenos todavía desconocidos y que pueden afectar al comportamiento y a la temperatura de la Tierra. El asunto es complicadillo, así que nosotros hemos enviado a Cabo Cañaveral, Florida, EEUU, a Mari Sol Mabraso Toíta, experta en soles y otras estrella del universo, que ha asistido al lanzamiento y nos va a explicar toditos los detalles.
– Buenos días, Mari Sol. ¿Cómo ha ido el lanzamiento de la nave?
– Buenos días, jefe. Fenomenal. Ya estamos… ¡rumbo al solete!
– Querrás decir que la Solar Orbiter está rumbo al solete. Tú nos estarás hablando desde la cafetería del centro de lanzamiento de Cabo Cañaveral, Florida, EEUU…, supongo.
– Pueeees, no. Verá jefe, es que yo soy periodista de las de pura raza. Si voy a un sitio, me implico hasta el final. Así que me he colado en la navecilla. ¡Menuda soy yo! ¡Mari Sol Mabraso Toíta!
– ¿Cómo? ¡Pero si no es una nave tripulada! ¿Tú sabes dónde vas?
– Sí. En la Solar Orbiter, una nave que forma parte de un proyecto de la Agencia Espacial Europea. Nos dirigimos al Sol para estudiar unos cuantos fenómenos todavía inexplicables, como los desconocidos polos solares, las tormentas solares, el viento solar y otro tipo de fenómenos que pueden afectar a lo que sucede en la Tierra. ¡Toma ya!
– Ya. ¿Y tú sabes qué distancia hay de la Tierra al Sol?
– Ni idea, jefe, Pero desde la ventanilla se ve perfectamente y bien gordo. Así que no creo que esté tan lejos.
– ¡Claro que se ve! ¿Cómo no se va a ver, y bien gordo, si su masa es 300.000 veces mayor que la de la Tierra?
– ¿Y eso es mucho, jefe?
– Para que te hagas una idea: si juntásemos los ocho planetas del Sistema Solar más el Sol, este ocuparía el 99 por ciento de toda la masa. Es decir, casi todo. El uno por ciento que queda serían los ocho planetas. Y la Tierra es de los pequeñitos.
– O sea, que se ve tan bien porque es muy grande. No porque esté cerca. ¿No es eso?
– Eso es, Mari Sol.
– Ya, pero me he enterado de una cosa, jefe. ¡Notición! Tanto ruido y tanto ruido con la misión esta, y resulta que la Solar Orbiter se va a quedar a 42 millones de kilómetros de distancia del Sol. Bastante lejitos, ¿eh?
– Bueno. Yo diría que es bastante cerquita. Lo más cerca que una nave tan bien equipada como la Solar Orbiter ha llegado jamás. Es como si en un viaje de Madrid a Sevilla nos quedásemos en Córdoba. Aún queda un poquito para llegar, pero ya se habla con acento andaluz.
– ¡Ole! Me está usted empezando a asustar, jefe. Y en Córdoba ya hace calor, ¿no?
– En Córdoba no sé, pero donde tú vas, la temperatura ronda los 520 grados. Por eso nunca antes han llegado hasta allí naves tan bien equipadas como la Solar Orbiter. Porque las cámaras, telescopios y otros artilugios varios se derriten como helados de chocolate en pleno mes de agosto.
– ¡Vaya!
– De hecho, uno de los grandes adelantos de esta nave es que va equipada de un escudo térmico hecho de titanio y de huesos de animales.
– Eso me tranquiliza. ¿De qué animales, jefe? ¿No serán huesos de pingüino?
– No tengo ni idea. Pero además, ¿tú sabes cuánto dura la misión?
– ¿Un par de semanitas, tal vez? ¿Me pierdo el final de La Isla de las Tentaciones?
– Un poquito más: ¡siete años!
– ¿Siete años? ¿qué voy a hacer yo aquí siete años, jefe?
– Pues me temo que tomar el Sol y poco más. Eso si no se nubla…, Mari Sol.
– ¡Qué gracioso, jefe! ¡Qué gracioso!
Cabo Cañaveral: Ciudad situada en el Estado de Florida, Estados Unidos, donde se encuentra el centro de operaciones espaciales más conocido del mundo.