Finaliza la cumbre del clima que se ha celebrado en Madrid sin que los participantes hayan alcanzada acuerdos importantes. ¿Ha servido para algo la cumbre? ¿Tendremos el planeta más limpito a partir de ahora? Mucho nos tememos que no, que el dióxido de carbono (CO2) producido por el hombre lo va a seguir ensuciando todo y que la cumbre ha sido un fracaso en toda regla. Pero para enterarnos mucho mejor, entrevistamos a nuestro experto en cambio climático, Juan Carlos Bono.

– Buenos días Juan Carlos. Por lo que sabemos, la cumbre se ha dado bastante mal, ¿verdad?

– Mal no. ¡Fatal!

– Ya, claro. Porque a pesar de haberse alargado y alargado… no se han alcanzado grades acuerdos, ¿no es así?

– Así es. Sobre todo con la reducción de emisiones del dichoso dióxido de carbono, el gas ese que tanto contamina y estropea nuestra atmósfera creando el llamado efecto invernadero.

– ¿Y a qué se ha debido el fracaso, Juan Carlos?

– Pues a que algunos de los principales países emisores de dióxido de carbono, como EE UU, China, Rusia y la India (que juntos suman más de la mitad de las emisiones mundiales), han dicho que nanay y que tururú.

¿Nanay y tururú? Hay que ver qué rarito hablan en esos países , ¿eh?

– Sí. Y lo dicen porque no les compensa económicamente la reducción.  ¡Dichoso carbono…!

– ¿Y ya no hay manera de arreglarlo?

– Me temo que no. La cumbre se ha alargado dos días más de lo previsto y ya ves. No ha servido para nada. Yo estoy muy triste y voy a llorar.

– Bueno hombre, Juan Carlos. No te pongas así. No hay que perder la esperanza en la salvación de nuestro planeta. ¿Habrá habido también cosas buenas en la cumbre, no?

– Bueno sí. Los bocatas de tortilla de la cafetería.

– Y la Unión Europea, por ejemplo, que sí que se ha comprometido a reducir las emisiones de carbono.

– Eso sí. Y que los científicos, las organizaciones no gubernamentales y, sobre todo, la gente joven, liderada por Greta Thunberg, se ha concienciado mucho más de la importancia de reducir el dichoso carbono y dejar de hacer guarrerías en el planeta. Pero… snif….

– Ea, pues ya está. Seguro que en la próxima cumbre, dentro de un año, se arregla todo…, muchacho.

– Sí, ya. Pero mientras… mi familia…, mis amigos…

– No te preocupes, Juan Carlos. El planeta resistirá.

– Mi mujer…, mis hijos…  Buaaaaaah.

– No llores, hombre.

– Sí lloro.

– Jo, Juan Carlos. Da gusto ver lo mucho que te preocupas por el cambio climático. Eres todo un ejemplo. En En plan noticias estamos muy orgullosos de contar con un colaborador como tú. Nos inspiras mucha ternura. De hecho, ¿puedo llamarte Juancar?

– No. No puedes. Ese es el problema.

– ¿Cuál?

– Que mis amigos, mi familia, mi mujer, mis hijos… snif, de toda la vida me han llamado cariñosamente  Juancar.  ¡Y ya no puedeeeen!

– ¿Por qué?

– ¡Por el dichoso carbonooooo!

– No entiendo nada Juancar.  Digoooo Juan Carlos. ¿Qué tiene que ver el carbono con tu nombre?

– Mucho. Es por el apellido.

¿Bono?

– Sí. Juancar…. Bono. ¿Dónde voy ahora con ese nombre?

– ¡Es verdad! ¡Juan carbono! Jeje, no lo había pillado.  ¡Dichoso carbono!

– Sí, eso. ¡Dichoso carbono!


Efecto invernadero: es un fenómeno producido por determinados gases que retienen parte de la energía que el suelo emite tras haber sido calentado por el sol. Cuando, debido a la actividad humana, algunos de esos gases se producen en exceso, como es el caso del dióxido de carbono (CO2), se provoca el calentamiento de la tierra, una de las principales causas del cambio climático.

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