Hoy le hemos planteado un verdadero reto a Mochi Lero, nuestro intrépido reportero viajero: busca un lugar chulo, le hemos dicho, donde no haya playa y en el que se pueda hacer surf. Y el tío no se ha ido al Pantano de San Juan, ni a las Lagunas de Ruidera, ni al río Sella… no. El reportaje nos va salir por un ojo de la cara, porque Mochi ha cogido su mochila y se ha largado nada menos que a una pequeña ciudad medieval, con su castillo, su lago, su iglesia, su río, su puente de madera y todo. Se llama Thun. Y está ¡en plenos Alpes suizos!
Por Mochi Lero, el reportero viajero
Ya lo ha dicho mi jefe. Este reportaje va a salir caro. Primero porque me he tenido que ir bien lejos. Tras consultar la “Enciclopedia de lugares insospechados donde hacer surf”, el libro me ha llevado nada menos que hasta Thun, una ciudad de Suiza. No he encontrado otro lugar sin playa donde se practicara surf, tal y como me habían encomendado buscar para En plan noticias.
Y segundo, porque he pasado miedo y he corrido serio peligro. Thun es una ciudad medieval cercana a Berna, rodeada por los Alpes y por un hermoso lago de casi 20 kilómetros de largo, el Lago de Thun (no se complicaron demasiado con el nombre). La ciudad tiene su castillo, su puente de madera medieval, su río, su iglesia… y está repleta de historias y leyendas.
Bien, pues nada más llegar me he encontrado con un tipo malencarado y con cuernos. Como buen reportero de En plan noticias que soy, me he armado de valor y he intentado preguntarle en alemán si allí se hacía surf. Y el tío va y me suelta un mamporro. Sí, vale, mi alemán es limitadito, no va mucho mas allá del “ein bier, bitte” (una cervecita, por favor”), pero no creí que fuera para tanto.

Así que he optado por abrir mi mochila allí mismo y sacar mi ejemplar de la “Enciclopedia de tipos raros de Suiza” (yo es que llevo de todo, por si las moscas). Y buscando buscando… he dado con la foto del tipo: se trata de un tal Fulehung.
Resulta que el Fulehung este es un bufón que fue capturado en no sé qué batalla hace la tira de años. Y ahora es una figura muy popular en un festival que aquí se celebra. Su nombre en dialecto bernés significa algo así como “perro vago”. En la fiesta va persiguiendo a la gente por las calles y soltando porrazos (doy fe de ello), y la gente le grita Fulehung, Fulehung… (¡claro, qué tontería, no le van a gritar Manolo, Manolo…!). Y luego reparte dulces y chuches a los niños (de eso ya no doy fe).

Total, que una vez pasado el susto, me he introducido en el casco antiguo de la bonita ciudad de Thun, a ver si daba con los surfistas. Pero antes he subido a su maravilloso castillo, el Castillo de Thun (tampoco se complicaron con el nombre), construido a finales del siglo XII por los duques de Zähringen (ahí si que lo dieron todo con el nombrecito).

Después de ver la iglesia y dar un agradable paseo por el casco antiguo de la ciudad, sin dejar de mirar para atrás por si venía otra vez el Fulehung de las narices, me he topado con el coqueto puente sobre el río Aare. Se trata de un puente medieval, construido en madera y cubierto. En Suiza son muy habituales los puentes estos de madera, hay uno enorme en Lucerna.

Y al cruzar el puente corre que te corre, porque otra vez venía el tal Fulehung… allí estaban los surfistas. Misión cumplida.
¡Y otra vez toma mamporro!