Después del Mundial de Francia y de la decidida apuesta – ¡por fin! – que los medios de comunicación están haciendo por el fútbol femenino, tenemos que ir acostumbrándonos a que la “extrema derecha” y la “extrema izquierda” ya no sean solo opciones políticas radicales. A que la “portera” no sea la señora que cuida de la finca. Y, sobre todo, a que ellas lo pueden hacer igual o mejor que ellos.
Vale, sí, es cierto que la actuación de España en el Mundial de Francia, a tenor de los resultados, no puede calificarse de “sobresaliente”. Hemos sido eliminadas en octavos de final por Estados Unidos, toda una potencia en este deporte. Pero sí que ha sido muy digna y ha servido para demostrar que nuestra selección puede medirse con las mejores del mundo. ¡Que se lo pregunten si no a las estadounidenses, que las pasaron canutas para eliminarnos!
El paso adelante dado por nuestra selección, tanto en lo deportivo como por lo que supone de normalización de la participación de la mujer en el fútbol, ha sido un verdadero éxito.
Pero todavía hoy, seguimos identificando el “fútbol” con el deporte que practican los hombres. Y utilizamos la expresión “fútbol femenino” para referirnos a la categoría de las mujeres. El día en que, como ya se hace en otros deportes, nos refiramos a ambos por igual y nos veamos obligados a aplicar el adjetivo – masculino o femenino – en ambos casos, ¡ya seremos campeonas del mundo!
Qué chulada!!!❤️
Gracias, futbolísima!!!